17 dic 2011

Dudas que se anudan

Otra vez esa sensación.
Esa jaqueca insoportable que me martillea las sienes.
Sí. Otra vez estoy dudando.

De si estoy enamorada, de si me amas, de si es demasiado pronto para susurrarte un "Te Quiero" y hacer que el mundo frene para ti, de hacer que el sol se oculte despacio en tu honor.
Ya han vuelto los truenos a retumban en mis oídos y la mente se me nubla como en el día más turbio de Londres.
Las dudas me embargan el alma, la empañan, la ciegan, la amordazan con rencor y veneno ponzoñoso que sale del mismo infierno de mi cuerpo. Tengo tantas ganas de deshacerme de estas dudas... ¡no sabes cuántas! pero eres imprevisible, cambiante cual veleta en día ventoso. ¿Porqué? ¿No eras tú quien hablaba de sentimientos inmutables e inamovibles? ¡Pero no paras de mirar el reloj! Eso me duele tanto... que me hace dudar.Mi estómago se anuda, se encoge mi corazón, asustado.
Ya no quiere abrirse a nadie porque siempre le dan la espalda, ha elegido el camino de la soledad y tristemente se envejece cada día más. Con cada desilusión sus movimientos se paran. Con cada lágrima, pierde un poco de color. Ahora está pálido... renqueante ¡Pobre corazón! Tan fuerte y vigoroso que latías en mi pecho y ahora mírate: Maltrecho y pusilánime, a los pies de la duda y la indecisión que te dominan y te arrancan pedacitos con puñales de pura obsidiana.

Libérame ya de esas cadenas de incertidumbre. Guíame por la senda, la que consiga ahogarme las penas y destroce las angustias más profundas de mi ser.
¿No sabes qué camino coger? Yo te lo digo, pequeño pedazo de cielo. Uno en el que podamos andar de la mano, mirar al horizonte con una sonrisa en los labios y en el que nuestros corazones bailen con color de hemoglobina otra vez.

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