28 sept 2018

Septiembre

Hoy casi cumplo los 27.

Después de muchas noches recuperando el sueño perdido en ese antro infecto, voy a volver a retar a Morfeo para que me deje aletear un poco más.
Me apetece volver a desvelar ese telón púrpureo y sentir el cosquilleo del metro en mis Vans desgastadas.
Los cascos con música a reventar, por supuesto.

Hoy nos volvemos a encontrar Luna.
Te guiño un ojo desde mi ventana enrejada.


Hoy casi cumplo 27 y me siento más viva
y más despierta
de lo que había estado...



En veintisiete años.

4 may 2018

¿De los míos?

Empezó a abrir los ojos a medida que sus oídos también lo hacían; el sonido de los carros y los gritos de los mercaderes eran cada vez más ensordecedores y la luz cegadora le hería los párpados. Miró a su alrededor colocándose la capucha: estaba cercana ya a las murallas de la ciudad. Le separaban unos cuantos metros del portón principal cuando cayó en cuenta de que el ladrón se había quedado con su espada. Dijo unas palabras en élfico a su montura color castaño y dieron media vuelta sin armar jaleo.

La elfa se palpó los cortes de la noche anterior y comprobó con gran alivio que su capacidad de regeneración seguía trabajando igual de bien que siempre. Le dolían las posaderas y la cabeza por el enfrentamiento más que las heridas físicas. 

Älynn, igual que los de su raza tenía habilidades mucho más desarrolladas que los humanos y por esta misma razón ella y los suyos habían sido perseguidos hostigados y arrinconados hasta los confines del bosque espeso.
Sin embargo, los elfos desterrados no bajaron la cabeza sino que se aprovecharon de la quietud de los árboles para crear una resistencia. Ningún humano en su sano juicio iría al bosque espeso ya que decían que estaba embrujado y que quien entraba nunca salía.
Los clanes de elfos se unieron para crear técnicas de sigilo, aprendieron artes marciales para el atacar y para defender... todo con tal de proteger el bosque que ahora era su hogar.

El caballo de Älynn llego al claro donde había tenido "el baile" la noche anterior. Para su regocijo el hombre seguía allí roncando boca abajo con las manos atadas y la espada a unos cuantos metros de su cuerpo brillaba entre unos matorrales. Los ojos almendrados de la elfa vieron algo raro en el cuerpo del humano: sus orejas no eran redondas y blanditas ,típicamente humanas, sino que tenían una ligera inclinación hacia atrás como las suyas. 
Bajó del caballo sin hacer apenas ruido, y recogió el arma que su padre le había regalado cuando cumplió catorce años. Sonrió contenta al ver que seguía con el filo perfecto y las joyas de la empuñadura estaban ahí:

-¿En serio pensabas que me iba a quedar esa birria? -Dijo una voz ahogada desde su espalda- El ladrón ya no estaba boca abajo ni tenía las manos atadas. Bostezó como si nada y empezó a acercarse al caballo de Älynn:

-¡Ni se te ocurra tocar mi caballo! -Gritó ella en un rugido feroz mientras avanzaba con rapidez y su mente ataba cabos- No eres humano ¿verdad? eres un mitad y mitad de esos -Le soltó con desdén mientras le propinaba un empujón al pasar por su lado y llegar a su cuadrúpedo.

El hombre se encogió de hombros mientras se alejaba de ella:
-Se nota que tú eres una pura raza... -Murmuró mientras se frotaba las muñecas- Un poco más y me dejas sin manos. 
-¡Es lo que te mereces por ir robando a la gente! -Volvió a gritar mirándole fijamente. Parpadeó y respiró profundamente intentando tranquilizarse: "¿Pero que maneras de comportarse eran esas?"Se dijo a sí misma. Ella, Älynn, la hija modélica del jefe del clan de las avispas. Moderó el tono con una tosecita y dijo suavemente: -Ha sido sólo una advertencia de lo que podría haberte hecho si hubiera querido.

Una carcajada limpia resonó en el claro y Älynn empezó a sentir que perdía la paciencia (otra vez)
-Eres muy graciosa, elfa chillona. -Le dijo él con un tono bromista. Y por primera vez dirigió su mirada color avellana hacia los ojos almendrados de la elfa-

El ¿rubor? no sabía muy bien porqué y también la rabia de que se metiesen con su tono de voz hizo que sus mejillas se tornasen rojas. Quería soltarle un improperio igual que los que decían los humanos pero no recordaba ninguno en ese instante. Apretó las mandíbulas y saltó sobre él con un ligero frús-frús de su capa tras ella. 
En menos de un segundo Älynn, estaba con la daga en el cuello del hombre sin que un cabello de su trenza castaña se meneara:
-Vuelve a repetir eso y será lo último que digas -Resopló con fiereza mientras apretaba el metal contra la carne hasta donde sabía que podía llegar- 
Para su asombro, él reaccionó soltando otra de esas carcajadas llenas de vida mientras entrecerraba los ojos y sacaba de su cinto un arma. Los ojos de Älynn detectaron el peligro y moviéndose ágilmente colocó su mano libre para bloquear el ataque:

-Tú y ¿cuántas más? -Le susurró mientras se movía con una rapidez envidiable, casi mágica, colocándose tras ella y haciéndole tirar la daga, retorciéndole el brazo- No sabes nada de mí, preciosa, pero volveremos a jugar.

El dolor punzante de la llave que él le estaba haciendo dejó a la elfa sin respiración durante unos instantes, esperó y tragó saliva. Se estaba preparando para liberarse y empezar la pelea con la espada cuando una oleada ardiente le invadió los pulmones al respirar:

-¡Esto no va a quedar así! -Le intentó gritar entre toses mientras su garganta se quemaba y los ojos le lloraban. Miró en derredor, pero allí ya no había nadie más que su caballo y ella-
"¿Cómo es posible que use está técnica?" Pensaba mientras se subió a lomos con brío y escapaba veloz de la niebla amarillenta que había estallado en el claro.