5 feb 2015

La noche cae

Sus ojos de elfa miraron escudriñando los arbustos, la hojarasca, el camino por el que había venido y que se perdía entre la naturaleza abrumadora. No distinguió nada anormal ni que resultase sospechoso. Supuso que su precioso caballo podía haber sido asustado por algún ratoncillo de campo o mordido por una chinche. Sin embargo no se quedó tranquila con esa hipótesis y salió de la habitación con cautela sin pisar los cristales que había en el pasillo.
Bajó las escaleras con la mano en la empuñadura, observando con atención cada detalle 'Todo está en orden' -Se dijo para sus adentros con calma. Miró por la ventana del salón principal escondiéndose bastante pegada a la pared. No consiguió ver demasiado pues eran vidrieras de colores. Lo pensó apropósito para que los clientes no distinguieran la hora a la que habían entrado ni lo tarde que iban a llegar a sus hogares.
Desde los bellos cristales tintados todo se veía borroso asique aquello no le facilitó mucho la búsqueda. Se movió con desenvoltura entre las mesas y bancos que estaban desperdigados hasta alcanzar la puerta principal. La abrió despacio sin que la madera llegase a rozar el móvil que estaba siempre sonando y que la delataría. El sol ya se había puesto por lo que su misión era mucho más fácil. Sabía camuflarse entre las sombras tal y como ya había practicado tantas veces con su maestro de lucha. Se agazapó entre las columnas de madera de la entrada, esperando encontrar algo o a alguien.

El caballo la vio cuando se giró para seguir pastando apaciblemente, el animal al reconocer su olor agitó la cola y movió alegre las orejas, soltando un leve gruñido de aprobación. La elfa le hizo chitón con las manos pues no quería ahuyentar a "aquello" que había asustado al animal. Siguió avanzando pues la visión de su raza conseguía distinguir mucho mejor los objetos cuando no había luz que la visión humana. No descubrió nada que llamase la atención asique desistió en su búsqueda y se acercó al caballo con cautela y una sonrisa dibujada en los labios: -Al final te has salido con la tuya ¿eh? Ya he vuelto -Le dijo en élfico rascándole la oreja con cariño. El equino volvió a soltar el sonido de aprobación y apoyó el cálido hocico contra su pierna. 'Quizá se sentía solo y me estaba pidiendo que volviera' Suspiró algo más tranquila al comprobar que no había nada que perturbase el bosque. Las alimañas no tardarían en salir asique decidió emprender rumbo hacia su hogar.

El acero brilló con palidez bajo la luz tibia de la luna y sin hacer ruido alguno se posó en el cuello de la elfa con una tranquilidad pasmosa. Ella ahogó un grito pues le había pillado totalmente desprevenida. Su mano se movió hacia la espada pero:
-¿Buscas esto? -Le susurró una voz al oído mientras le mostraba el arma delante de los ojos-
Se revolvió con fiereza intentando zafarse del atacante, pero el filo de la daga que tenía en el cuello se lo hizo pensar dos veces.
-Como sigas moviéndote así esta preciosura te puede destrozar el cuello, y creo que de verdad sería una lástima.
-¿Qué es lo que quieres? -Le dijo en idioma común- En las alforjas del caballo hay monedas y algún mapa por el que te pueden dar bastante dinero.
El delincuente se rió en un tono que hizo que se le pusieran los pelos de punta.
-No vengo a por dinero.
"¿De dónde ha salido este pervertido y qué narices está buscando?"
Le apretó un poco más el cuchillo contra la piel y una pequeña herida se abrió en su cuello con el consiguiente aumento del miedo en el cuerpo de la joven.
-Matándome tampoco vas a conseguir nada -Dijo ahogada sintiendo una gota de sangre resbalarle despacio-
-¿Y eso como lo sabes? -hundió la nariz entre el pelo de ella e inspiró fuerte, oliendo cada poro de su cabeza- El olor de las elfas... tan característico, tan especial y tan... atrayente.
Entendió hacia donde iba la conversación y parece su corazón también porque se puso a latir desbocado, empujando litros de adrenalina hacia todas partes de su cuerpo. Recordó los pasos a seguir del entrenamiento de lucha. Cómo había que controlar la respiración, dejar la mente en blanco y destensar los músculos para engañar al contrario.
Se giró tan inesperadamente que él parpadeó con asombro viendo el movimiento sin poder hacer nada. Ella se limpió la sangre que tenía en la garganta y se preparó para la lucha.

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