15 jun 2012

Duerme


Es de noche, el dragón duerme.
Con el brillo de las estrellas su escamada piel reluce tímida.
Las alas plegadas suben y bajan al ritmo de su respiración. De los ollares de su hocico, surgen pequeñas volutas de humo que se disuelven al contacto con el oxígeno exterior y ya no regresarán.
Se oye un rugido, rayos nubes, lluvia y ventisca.
El dragón despierta.

Está entumecido, sus agotados músculos renquean ante las órdenes de moverse. Ser una criatura milenaria nuca fue tarea fácil para nadie... Bosteza.
Abrumado por la tormenta calcula la ruta de escape a un lugar seguro. Alza el vuelo, como de costumbre, majestuoso.

Su pellejo irisado hace resbalar las gotas que se chocan en él y caen de nuevo en ese trayecto kamikace a estamparse contra el suelo.

Es de noche, el dragón vuela.
Planea alto, más alto que las nubes oscuras y cargadas de agua. Feliz retoza entre su algodón deshilachado, gira, hace cabriolas esquivando los relámpagos.Un ronroneo sale de sus grandes fauces, quizá originado en un rincón de su alma, más no temáis, es de placer.
Se siente LIBRE. Juega con las alondras que aturdidas están buscando refugio, persigue a los cuervos buscadores de carroña. Es un dragón milenario sí, pero nunca perdió su espíritu jovial y lleno de curiosidad.
Bate sus poderosas alas y aleja los miedos y temores. Bate las alas y sabe encontrar en cada astro una razón para seguir adelante en esa lucha constante por sobrevivir.
La ansiada y tan codiciada libertad  por la que sus congéneres habían derramado sangre y que tanto deseaban... por fin ha llegado.

Ahora, saborea el viento, el mar y los bosques con la pasión que anhelaba en su corazón.

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