19 oct 2010

Princesa de obsidiana

-Y aquí me hallo, a tus pies, pidiéndoós que me mireis con vuestros ojos flamantes. Sé que me equivoqué, que nunca podré reparar el daño que os he causado pero no me dejeis vagar sola, os lo ruego.
Supongo que por vuestras maneras y vuestros modos, habeis pasado una vida mejor que la mía.
Me alegro enormemente, pero si seguís siendo el que erais, no me desampareis, guíadme en el camino de desesperanza que me llena el pecho, que hace que me despierte empapada en sudor por las noches.
Sabeis ya lo que siento por vos, no puedo pediros más que vuestra noble compasión y que me ayudeis a superar esta agonía, este dolor que se encierra en mis más profundas entrañas y no me deja conciliar el sueño. El perdón queda lejano de mis intenciones pero si pudierais tan solo otrogarme una pequeña porción de él, me marcharé contenta de haber conseguido lo que deseo.

Él la miró desde su trono y habló con los ojos entornados:
-Supongo que ya era buena hora de que dejarais de lado vuestro orgullo y vinieseis a mí. Es de nobles el recapacitar. Sabed pues que vuestros sentimientos ya no me interesan, he tenido que esperaros durante muchos, muchos años, y mi corazón se ha marchitado. Me desposé hace unos meses y ahora soy completamente incapaz de volver a esos juegos de críos en un pajar con vos, mi lady.Vuestra marcha me hizo trizas y nunca supe el porqué de tan terrible desaparición. Sólo quedé ante este caos de neblina y oscuridad y vos nunca os preocupasteis por mi... Lo siento, pero mi perdón no tiene cabida para vuestros actos.

Se le rompió el alma.
Nunca pudo volver a amar a nadie después de aquello. Él había sido la única persona a la que se había entregado y ni siquiera le había dejado explicarse. Ni siquiera el beneficio de la duda. Lloró y lloró, agotó la sal de su cuerpo. Sabía que no le tendría nunca más y eso la desgarraba por dentro. Se retiró del salón con la cabeza alta, pero con el corazón en los infiernos, sintiéndose la más rastrera y vil de la raza humana.
Nunca pudo perdonar a sus padres que la obligaran a salir de la ciudad durante la noche, para instruirla como guerrera del rey. La falta de varones hizo que hasta las mujeres pudieran ingresar en el ejército. No le dió tiempo a despedirse de nadie y mucho menos, de él. Les odió,incluso después de muertos. Iba todos los días al cementerio, a dejar flores secas.
...

Secas, igual que su amor.

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